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Laura y Guille. Cuando arriesgas ¡y ganas!

Hoy os queremos contar cómo fue esta boda (el antes, el durante y el después), pero desde una perspectiva un poco especial: la nuestra.

Siempre os contamos cómo trabajamos y a la par una visión general de ese día; hablamos de los novios, de las anécdotas de la boda, de los detalles…Esta vez nos centraremos en el trabajo que hicimos para que el resultado fuera el que deseaban Laura y Guille.


Fue fácil captar enseguida el estilo que desprendían estos novios y lo que querían para su boda. Tenía que ser algo moderno, fuera de lo que estamos acostumbrados a ver en bodas, y a la vez llamativo y con toques de fiesta. Esas fueron todas sus indicaciones, nos dieron carta blanca y empezamos a pensar en colores, formas e ideas rompedoras.

A lo largo de los meses fuimos preparando todo con ellos; el diseño de las invitaciones, el menú y catering para ese día, la música, el mobiliario y la decoración, la elección de las carpas, la propuesta de flores, el timing, la elección y reunión con los fotógrafos y vídeo… La organización de una boda lleva tiempo y trabajo previo, que luego se ve reflejado en el evento en sí. Para nosotras la boda es el resultado de todo el esfuerzo y deseos de nuestro equipo y de los novios, por eso es tan importante estar presentes en el día a día durante todo el año para llegar a cada rincón, cada momento, cada detalle del gran día.


Aunque la boda era el sábado por la tarde, el viernes y el sábado por la mañana ya estábamos en la finca preparando todo el montaje. Primero las carpas, para la bienvenida y el aperitivo, porque se preveían lluvias.

A continuación, la ceremonia, que iba a ser al aire libre, en frente del sauce llorón. Como el jardín en sí ya es precioso, queríamos que el mobiliario y la decoración fueran lo más sobrios (pero elegantes) posible. Así que optamos por sillas de madera oscura, un banco de mimbre precioso en el mismo tono para los novios y un sencillo atril dorado para el oficiante y los discursos. Para el pasillo pusimos una alfombra rústica y flores blancas a los lados. ¡Quedó perfecto!








Por fin llegó el momento y vimos aparecer a los autobuses con los invitados… y con ellos, ese gusanillo que, aunque pasen los años, siempre tenemos cuando todo está apunto de empezar. ¿Les gustará lo que hemos preparado para ellos? ¿estarán contentos? ¿nerviosos? ¡¡Todas a sus puestos!! Y por fin empezamos… minutos después de saludar a sus invitados, Guille entraba del brazo de su madre con esa sonrisilla nerviosa, y minutos después, entraba la novia deslumbrándonos a todos con su eterna sonrisa.

Y para el final de la ceremonia… ¡lluvia de confetti! ¡Fue espectacular!
















Simultáneamente, montábamos el aperitivo. Además de la carpa, como parecía que el tiempo lo permitía, combinamos montaje dentro y fuera. Priorizamos mobiliario como sofás y rincones chill out antes que mesas y sillas para dar un aire diferente y no tan estático. La idea era que, ya que contábamos con un grupo de música muy cañero y movido para el aperitivo, los invitados se animaran a seguirlo con unos bailes… y vaya si lo hicieron…¡no podíamos parar la música!
























Mientras sucedía todo esto, la otra mitad del equipo Detallerie daba el último repaso y hacía pruebas de iluminación en la cena ¡Si es que en las bodas la coordinación y el trabajo en equipo es imprescindible!

Era la primera vez que trabajábamos en esta finca tras su reforma y cambio de look. Se ha convertido en un espacio único, con un estilo muy marcado en el interior pero con exteriores donde reina la naturaleza. Teníamos que hacer un gran trabajo para adaptar la decoración y montaje al espacio que teníamos pero que a la vez no sean mundos diferentes sino que todo tenga un sentido y coherencia. Por eso, el dorado que habíamos ido enseñando de manera sutil en las invitaciones, en el mobiliario del aperitivo y en algunos rincones, cobró todo el sentido cuando los invitados pasaron a la cena.

¡Y lo jugamos todo a dos colores! Blanco y dorado, dorado y blanco… nada más. WOW! Era una propuesta arriesgada pero… ¡juzgad vosotros mismos!

Unos centros imponentes, bien cañeros y monocromáticos eran los que presidían la sala… el resto, un montaje de mesas imperiales y redondas milimétricamente alineadas que hacían que el conjunto fuera aún más espectacular.





















Siempre decimos lo mismo, lo mejor de nuestro trabajo es ver las caras de los novios y de los invitados cuando entran al salón. No paraban de sonreír y abrir los ojos como platos, al mismo tiempo que hacían fotos y comentaban lo bonito que estaba todo.

Y si ya estaban alucinados, todavía creció más la expectación cuando Laura y Guille hicieron su entrada. ¡Y es que casi desde el primer día, esta pareja nos explicó que querían entrar en el salón a lo grande! Así que lo hicieron acompañados de un grupo de trompetas que arrancó a todos los invitados de su silla al ritmo de Bruno Mars… ¡fiestón asegurado!







La cena pasó volando y llegó el momento de la fiesta. Poco a poco fuimos moviendo a los invitados hacia la disco para que pudieran ver el primer baile de Laura y Guille. ¡Y en seguida todo el mundo se lanzó a la pista! Estuvieron bailando hasta el final, somos testigos, y tal como nos habían pedido los novios, pusimos un sweet bar con pastas y galletas sin gluten que volaron!

Fue mucho el trabajo que hicimos antes, durante y después del gran día (sí, hay que recoger todo y la boda sigue incluso después de que todos los invitados se vayan ;) pero valió la pena una vez más hacer realidad el día que Laura y Guille esperaban.

Si queréis ver más sobre esta boda, podéis hacerlo a través de nuestra web.

Fotografía: Kiss&Chips


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