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Ekaterina y Andrey. Una boda llena de sorpresas

Ekaterina y Andrey vinieron nada más y nada menos que desde Rusia para casarse en Barcelona… ¿y por qué? Pues él estudió el máster aquí, en ESADE, y se enamoró de nuestra tierra. Se dieron el sí quiero en Moscú, pero quisieron viajar a España y hacer una segunda celebración.

Se trata de unos novios jóvenes y muy enamorados. Se conocieron en la universidad y se hicieron amigos, pero no fue hasta unos años más tarde que se convirtieron en pareja. Ambos han viajado bastante, algo que disfrutan mucho haciendo juntos, al igual que esquiar. Definitivamente, estaban hechos el uno para el otro.


A pesar de la distancia, nos costó muy poco conocerlos bien y darnos cuenta de sus gustos y de cómo querían que fuese su boda. Escogimos con ellos una masía de interior, situada a 50 minutos de Barcelona. Querían un lugar bonito, apartado y rodeado de naturaleza.

Así, entre llamadas por Skype y visitas fugaces, fuimos construyendo todas las partes de ese gran día, que llegó por fin. Mientras Katya se arreglaba en el hotel de Barcelona, Andrey se desplazó hasta la finca con su mejor amigo para vestirse y empezar a recibir a sus invitados.










Llegados desde Rusia y otras partes del mundo, amigos y familiares saludaban al novio casi tan nerviosos y emocionados como él.

Habíamos preparado para la bienvenida una barra de aguas y refrescos, que cada invitado podía servirse a su gusto, con zumo, frutas, etc. Y en la entrada un rincón con un columpio personalizado y un libro de firmas junto a una cámara polaroid.








Poco a poco el maestro de ceremonias fue pidiendo que tomaran asiento y Andrey hizo su entrada, chocando palmas por el camino como si fuese a jugar el partido más importante de su vida… ¡y así era!

Por fin apareció la novia, con una sonrisa radiante, caminando decidida hacia su futuro marido. La ceremonia fue breve y emotiva, y terminó con una tradición rusa que consiste en partir un pan. Se dice que el que arranca la parte más grande es el que llevará los pantalones de la relación. ¿Adivináis quién ganó?
















Después de eso pasaron al aperitivo, que habíamos preparado en otra parte del jardín. Cada uno de los novios había decidido hacerle una sorpresa al otro, así que tuvimos que ser doblemente cómplices. La primera fue de Ekaterina hacia Andrey;  un grupo de mariachis que se puso a cantar la canción de la primera película que vieron juntos y siempre les ha hecho mucha gracia. ¡Tanto el novio como los invitados alucinaron!

Además quisieron tener otros guiños con  cosas propias de aquí, como al guitarrista español, la comida europea, las tapas castellanas…






















Después del aperitivo les condujimos hasta el patio delantero de la casa, donde habíamos preparado la cena, al aire libre. A juego con sus invitaciones, que hicimos en acuarela en tonos salmón y verde, decoramos las mesas con flores de los mismos colores. ¡Se veía precioso bajo el techo de luces!













Tras su entrada triunfal, ¡empezó una cena de lo más movida! Y es que para empezar, llegó la segunda sorpresa, esta vez de Andrey para Ekaterina, con discurso incluido. Y después de él se sucedieron distintos regalos y sorpresas de la mano de los más íntimos, tal y como indica la tradición rusa.







Después de tomar el postre y brindar, Ekaterina cambió su look a un vestido corto precioso de Rime Arodaky. Les esperaban sus invitados creando un pasillo humano con bengalas en las manos. Los novios debían cruzarlo y, al llegar al final, siguiendo una tradición de su país, estaban sus madres cada una con una vela encendida, señal de entrega de luz y felicidad para su matrimonio. Los novios debían encender la que llevaban ellos con esa llama, simbolizando así el nacimiento de una nueva familia. ¡Qué momento tan bonito!

Aunque el momentazo llegó justo después de eso. Y es que los novios abrieron el baile en el jardín haciendo un baile de salsa, con coreografía y todo, que dejó a todos maravillados. Y es que otro de los hobbies que tienen en común es el baile, y llevan dos años recibiendo clases. Por eso, como no podía ser de otra manera, hicieron una demostración de lo bien que se mueven ;)









Enseguida la gente se unió a ellos y empezó la fiesta. ¡Y vaya fiesta! Les trajimos una banda en directo como habían pedido, ¡y lo dieron todo!

Hacia la mitad de la noche, Katya lanzó su ramo al aire y sacamos un donut wall para el resopón. ¡Fue una boda completa, llena de momentos mágicos y sorpresas!