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Sandra y Alex. Un techo mágico de cristal y flores

Sandra y Alex querían una boda íntima, con sus seres queridos, pero no por ello sencilla: tenían muchos sueños y deseaban que fuese algo moderno, sorprendente, por todo lo alto. ¡Y nosotras encantadas!

Para empezar, querían que su boda fuese en un lugar nuevo, diferente, que nadie conociese aún. ¡Y dimos con el lugar perfecto! Una masía a 70 km de Barcelona, con una jardín inmenso y precioso, y unas imponentes escaleras de piedra.


Se dieron el sí quiero una tarde de septiembre preciosa y soleada. Habíamos estado sufriendo puesto que la semana anterior había llovido bastante, pero ese día empezó despejado y prometedor.

Se casaron en la parroquia de Alex, en una ceremonia íntima y emotiva. Lo mejor fue que partieron del lugar en el coche del novio, que tenía un cartel vinilado que rezaba: “Sandra y Alex, Just married”.


















En la finca, habíamos preparado el aperitivo en el jardín delantero. Estaba todo precioso, la hierba de un verde espectacular, con un cielo increíble y con una gastronomía exquisita. Aprovechando el encanto natural de la pérgola, situamos debajo la barra de bebidas, dejando el resto del espacio para las mesas y los buffets.

Una de las sorpresas de los novios para sus invitadas fue el “make up corner”. Y es que Sandra, aunque farmacéutica de profesión, adora todo lo relacionado con el maquillaje y tiene su propia cuenta de Instagram relacionada con este tema. ¡Y vaya si triunfó! Todas pasaron por allí a retocarse.

Otro rincón que llamó la atención de todos fue el seating plan. Y es que, siguiendo la gama de colores de sus invitaciones y del diseño de la boda, hicimos una tabla con tarjetas en diferentes rosas que seguían el mismo degradado de la cena. Además, el sauce llorón era el marco perfecto para ello.

















Pero sin duda, lo que dejó sin aliento tanto a novios como invitados, fue el montaje de la cena. Tres mesas imperiales estaban cubiertas por una preciosa carpa transparente de la que colgaban unas imponentes lámparas de cristal, diseñadas por nosotras mismas, cubiertas por un techo de flores y plantas que seguían el mismo degradado de colores que habíamos escogido para la boda.

Tanto la vajilla, como la cristalería y la mantelería eran en tonos rosa, negro y dorado. Era un espectáculo verlo de noche a la luz de las velas y las lámparas. Tanto novios como invitados se sorprendieron muchísimo al ver el montaje y no paraban de hacer fotos!















La cena fue tranquila y muy íntima, solamente hacia el final los novios quisieron decir unas palabras al brindar y repartieron algunos detalles a sus invitados más cercanos. Cuando ya terminaba, Sandra aprovechó para cambiarse el vestido a uno más cómodo pero también muy elegante.








Y por fin, llegó el momento esperado por todos; ¡la fiesta! La habíamos preparado al aire libre, también en la era, en frente a una pequeña capilla que hay en la magia. Querían que quedase una fiesta de verano muy bonita, por ello lo adornamos con una guirnalda de luces y decoramos la barra de bebidas, con una trasera que tenía una frase hecha con neón. Por petición de la novia, y para seguir haciendo el guiño a su afición por el maquillaje, hicimos un corner de “brilli brilli” con pinturas para la cara. ¡Y todas las mujeres se acercaban para adornarse los ojos, los labios y las mejillas con gotitas brillantes y purpurina! Tuvo muchísimo éxito.

Los novios quisieron abrir la fiesta con un baile poco convencional, así que hicieron una coreografía que habían preparado ellos mismos y enseguida invitaron a todos a unirse al centro de la pista. La gente no paró de bailar en toda la noche, únicamente para coger fuerzas en el resonó de donuts y tarta que habíamos preparado. ¡Incluso más de uno acabó en la piscina!











Fue un día mágico para todos, sobre todo para Sandra y Alex, que a día de hoy nos siguen dando las gracias por hacer realidad su boda soñada. ¡Gracias a ellos por confiar en nosotras!

Fotografía: Padilla & Rigau

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